Sus pies descalzos apenas rozaban el suelo, y su figura ligera adornaba el jardin alumbrado por la luz de la luna y banado en estrellas.
En su rostro estaba dibujado el conocimiento puro, incansable, constante, y sus ojos, abiertos y brillosos, parecian dar la bienvenida a las lagrimas, quienes encontraron su salida y banaron su rostro blanco y sedoso.
Sus labios se estremecieron y pronunciaron levemente aquel nombre, aquel que se fue, aquel cuto recuerdo forma parte de su lamento y que hace de sus ojos agua.
Su vestido de seda blanco danzaba al ritmo del viento suave y caprichoso.
Oh my bella dama, mi bella perla, riega con tus lagrimas tu jardin de rosas y entierra tu lamento en las entranas de la tierra.
Arrodillada sobre petalos de rosas se encontraba aquella emperatriz, aquella emperatriz ahogando su lamento, llorando lagrimas de dolor y cantando melodias de pena.
Aquel castillo oscuro, testigo mudo e inmutable de su sollozo, de su pena, parecia estremecerse, sus estatuas inmovinles derramaban aquellas lagrimas rojas de pena por su emperatriz herida, lastimada, de alma llena de una pena despiadada que no mostro remordimiento y se apodero de ella haciendola su victima.
Sus ojos ahogados en lagrimas miraron al cielo nocturno, buscando una respuesta, un porque, una razon.
Acaso el pecado del amor caprichoso se llevo a cabo dejando solamente a ella como la unica victima?
Su corazon parecia achicarse, lleno de sangre desbordada, de desesperanza.
Solo un deseo de quitarle las dagas enterradas y lanzarlas al olvido ella queria, era imperativo para aliviar un poco el dolor.
Su grito lanzado al cielo dejo salir, lleno de desesperacion y de un sentimiento de derrota, un reclamo al Amor por haberle dado la espalda, sus suenos mermaban, sus lagrimas la ahogaban, sus ilusiones desaparecian y sus desesperanza danzaba como en triunfo.
Su corona de diamantes lanzo al suelo, su vestido manchado con gotas de sangre, por haber apretado fuertemente las espinas y su hermoso cabello banado en hojas y petalos de rosas... aun en ese estado su belleza era inmutable y trascendente, la tristeza dulce y despiadada, le brindaba aquella fuente incabable de hermosura.
Una emperatriz banada enlamento caminando en un jardin de rosas, un angel sollozo parecia ser, una hermosa criatura protegida por la noche, la luna y las estrellas.
Sus pies avanzaron lentamente hasta aquella estatua de angel llorando lagrimas de sangre, sintiendo el dolor de su empratriz, y ella le abrzo, buscando consuelo, y sus lagrimas se mezclaron, y ella solo residio ahi, con el alma partida en pedazos, con el corazon ensangrentado, con su ser ahogado en lagrimas, y sola ahi estuvo, la bella emperatriz. Se rindio ante el dolor, y este sin tener compasion la tomo entre sus brazos y con un beso seco y frio la hizo suya.
Rafael Quintero
Moscow
6/4/10
12am
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